Los partidos independentistas, que gobiernan Cataluña desde hace una década, no alcanzarían la mayoría del Parlamento regional, según los resultados parciales de las elecciones del domingo, en las que vencería el Partido Socialista, seis años y medio después tentativa de secesión en 2017. Para Pedro Sánchez representa un alivio político, luego de que hace 2 semanas debió negar su renuncia como presidente español, por una causa contra su pareja.
Con el 98% de votos escrutados, las tres formaciones separatistas que hasta ahora sumaban mayoría, entre ellas la de Carles Puigdemont -líder de la tentativa secesionista-, se quedarían en 59 escaños, por debajo de la mayoría absoluta de 68, mientras que los socialistas obtendrían 42 diputados.
Pese a que los socialistas vencieron con holgura los comicios en esta región clave de ocho millones de habitantes, la formación liderada en Cataluña por Salvador Illa tendrá que tejer alianzas para tratar de formar gobierno.
Su situación parece, sin embargo, más cómoda que en las últimas elecciones de febrero de 2021, cuando sus 33 escaños y su triunfo en votos resultaron estériles ante la mayoría de 74 escaños que sumó el bloque separatista.
La subida de Illa, exministro de Sanidad durante la pandemia y cercano a Sánchez, es también una muy buena noticia para el presidente del gobierno español, quien pretendía demostrar en estas elecciones que su política a favor del «reencuentro», por la que apostó desde su llegada a la presidencia del gobierno español en 2018, ha surtido efecto.
Una fórmula posible para los socialistas podría ser sumar el apoyo de la izquierda radical, que ya forma parte del gobierno central, y seducir a Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), del cual obtiene apoyo parlamentario en Madrid.
Este último movimiento supondría la ruptura de ERC con casi una década de colaboración separatista, que alcanzó su clímax en 2017.
En aquel convulso otoño, el gobierno regional presidido entonces por Carles Puigdemont organizó un referéndum de autodeterminación declarado ilegal por la justicia, que acabaría derivando, después en una fallida declaración de independencia, en una de las crisis políticas más graves de la España contemporánea.
Aunque no concurría directamente a las elecciones, el presidente del gobierno español también se jugaba mucho en estas elecciones.
Con estos resultados en Cataluña, Sánchez espera relanzar una legislatura complicada por la dura oposición de la derecha y por la apertura de una investigación judicial contra su esposa, tras la que llegó a plantearse dimitir hace dos semanas.
Igualmente, suponen un espaldarazo a la estrategia de distensión, que le llevó a aprobar medidas como el indulto de dirigentes separatistas condenados a prisión.
La última ha sido impulsar una controvertida ley de amnistía para los independentistas con causas judiciales a cambio del apoyo de los partidos catalanes para conseguir su nuevo mandato a finales del año pasado, en un movimiento muy criticado por la oposición en incluso algunos sectores de su partido.
Tras irrumpir en la campaña con fuerza, el efecto de Carles Puigdemont acabó dándole 35 escaños a su partido Junts per Catalunya (Juntos por Cataluña), tres más que en las pasadas elecciones.
El aumento le sirvió para superar a sus competidores separatistas de ERC, que obtuvieron 20 escaños y a quienes tendió la mano tras conocer los resultados, para formar un posible gobierno que le permita regresar a Cataluña, una vez se apruebe la amnistía en las próximas semanas, recuperando así el poder regional.
«Si la otra fuerza parlamentaria independentista, Esquerra Republicana, está dispuesta a rehacer puentes (…), nosotros también estamos», afirmó Puigdemont tras conocer los resultados desde el sur de Francia, donde basó su campaña porque todavía no puede cruzar la frontera sin riesgo de ser detenido.
«Estamos en condiciones de construir un gobierno sólido de obediencia netamente catalana», agregó.
Si no lo consigue, ya avanzó su intención de retirarse de la política local.
Estas elecciones marcaron también la emergencia de una nueva formación separatista de extrema derecha, Alianza Catalana, que consiguió dos escaños, pero con la que el resto de partidos independentistas dice no querer pactar.
Los conservadores del Partido Popular (PP) lograron, de su lado, un fuerte ascenso en la región obteniendo 15 escaños frente a los 3 de 2021, mientras que el partido de extrema derecha Vox se mantuvo con 11.
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