La promesa de Javier Milei sobre el alivio impositivo tiene un escollo: choca contra el declarado objetivo de mantener el superávit fiscal. Es por eso que tanto el anuncio de la eliminación del impuesto PAIS como el de baja en las retenciones a la exportación fueron tomados con cautela por parte de los empresarios.
Después de todo, si se suman las recaudaciones de esos dos tributos en el primer cuatrimestre del año, se obtiene un 10% de los recursos fiscales. Demasiado dinero como para prescindir de estos impuestos, y mucho menos cuando hay un entorno recesivo que hace que los impuestos más directamente ligados a la actividad comercial, como el IVA, estén registrando una caída en términos reales.
En realidad, lo que el presidente prometió primero a los directivos del agro en la exposición Angus en la Rural de Palermo y luego a la ciudadanía en el mensaje del 25 de Mayo, tiene una «letra chica»: el alivio impositivo sólo es realizable bajo la condición de que el «paquete fiscal» que está en debate en el Congreso se aprueba sin cambios sustanciales.
Ocurre que, para que se pueda prescindir de estos impuestos a los que el propio presidente calificó como distorsivos, es necesario que haya otra fuente de ingresos para compensar. Y la más importante, claro, es el impuesto a los ingresos -como se rebautizó al impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría-.
Los números son claros: en el primer cuatrimestre del año pasado -es decir, antes de la reforma que hizo que casi un millón de asalariados dejara de tributar Ganancias-, lo que se recaudaba por este impuesto era un 20% del total de la «torta» impositiva. Hoy, en cambio, Ganancias apenas aporta un 14%. Esa diferencia de seis puntos sólo puede ser disimulada por el explosivo crecimiento del impuesto PAIS, que hace un año apenas aportaba un 1,7% del total, mientras que representa un robusto 7%.
Claro, en el medio de las dos fechas estuvo la ampliación de la aplicación de este impuesto a prácticamente todo el universo importador -definida el invierno pasado por el entonces ministro Sergio Massa-, y luego la suba de la alícuota a 17,5%, decidida en diciembre por Toto Caputo.
En la exposición Angus de la Rural, Milei prometió un pronto alivio en el impuesto PAIS y en las retenciones a la exportación
La dependencia fiscal respecto del impuesto PAIS viene en aumento
Lo cierto es que hoy resulta impensable que el gobierno pueda prescindir de los pesos que aporta el impuesto PAIS a la caja de la AFIP. De hecho, si este tributo no existiera, ahora el gobierno no estaría hablando de superávit fiscal sino de déficit.
Hablando en números, lo que se recaudó en abril por este impuesto -$510.000 millones- es casi el doble del superávit primario informado por la secretaría de Hacienda -$264.000 millones-. Dicho de otra manera, si no fuera por el impuesto PAIS, los números fiscales de abril habrían arrojado un rojo de $246.000 millones-.
Pero más grave que estos números es la tendencia: la dependencia fiscal respecto del impuesto PAIS viene en aumento. En enero, explicaba un 22% del superávit fiscal, en febrero subió a 44%, en marzo ya pasó a un 104% y actualmente es 93%.
La perspectiva para la recaudación de mayo es que el protagonismo del impuesto PAIS sea todavía más fuerte. Ocurre que el gobierno habilitó que el impuesto PAIS se aplique también -con una alícuota de 17,5%- para las empresas que compraron el bono Bopreal con el objetivo de girar al exterior dividendos o utilidades.
Al permitir esa remisión de fondos al exterior, que hacía más de cinco años que estaba vedada a las empresas, el gobierno se aseguró el éxito en la colocación de este bono, con un volumen equivalente a u$s1.800. Traducido a pesos, significa que los inversores entregaron $1,6 billón. Y, como todo está gravado por el impuesto PAIS, quedaron en la caja de la AFIP $280.000 millones.
Es decir, sólo por esa nueva vía de recaudación, ya se obtuvo un monto superior al superávit fiscal de abril. A eso, además, habrá que sumarle lo que el impuesto PAIS recaude por sus rubros «tradicionales»: la importación, que tributa 17,5%, y la compra de bienes o servicios dolarizados para consumidores y turistas, que pagan un 30%.
Suponiendo que esa recaudación de mayo fuera igual a la de abril -un supuesto conservador-, y agregándole el nuevo ingreso proveniente del Bopreal, entonces el aporte del impuesto PAIS tendría un potencial de $790.000 millones.
El aporte de las retenciones está en un 5% de la recaudación, y con perspectivas de aumento
Esto implica que, en mayo, el impuesto PAIS aumentará todavía más su protagonismo y su aporte a la recaudación total podría cómodamente llegar a un 9%.
No por casualidad, el gobierno ya está adelantando que en mayo, por quinto mes consecutivo, habrá superávit fiscal primario, aun cuando el entorno económico siga siendo recesivo.
La resignación a las retenciones
En cuanto a las retenciones a la exportación, que afectan particularmente al agro, el escepticismo de los empresarios es incluso mayor que cuando se habla del impuesto PAIS. Después de todo, sobre este último pende un compromiso con el Fondo Monetario Internacional; y además, suponiendo que se quisiera extender su vigencia, sería necesaria una aprobación legislativa.
En cambio, las retenciones ya están establecidas desde hace décadas como un mal necesario. Incluso Mauricio Macri, que como primer acto de gestión las eliminó -dejando sólo un remanente para la soja- tuvo que reinstaurarlas, vencido por la urgencia fiscal, y pese a admitir que se trataba de «un impuesto horrible».
Ahora, Milei retomó el discurso pro-campo ante los principales directivos gremiales que lo escuchaban en Palermo, con esta promesa: «Estamos trabajando para eliminar el cepo, cuando se desactiven las bombas que los kirchneristas nos dejaron. Va a haber tipo de cambio libre cuando se empiecen a recomponer las cuentas; vamos a eliminar el impuesto PAIS y vamos a eliminar las retenciones para que el campo sea libre».
Pero también en este caso los números plantean una discrepancia con el discurso. En el primer cuatrimestre, las retenciones aportaron un 5% del total de la recaudación. Una cifra muy superior al 2,8% registrado el año pasado -signado por la sequía histórica que redujo más de un 40% la cosecha-, pero todavía inferior al promedio histórico.
En 2022, el último buen año del campo, en el que se conjugaron grandes volúmenes de producción con altos precios del mercado internacional, las retenciones a la exportación aportaron un 8% de la recaudación tributaria.
Y, como la liquidación de exportaciones viene todavía a ritmo lento, se presume que lo mejor del aporte del campo a la caja fiscal todavía está por venir. Nada hace pensar que el prometido alivio en materia de retenciones pueda materializarse en el mediano plazo.
Esperando por el Impuesto a las Ganancias
En el otro lado de la balanza de Milei, ¿qué hay para compensar la eventual desaparición del impuesto PAIS y el alivio en las retenciones? El punto más importante es el impuesto a los ingresos, que forma parte de la ley fiscal que se está discutiendo en el Congreso, y que todavía cuenta con objeciones por parte del peronismo dialoguista.
Pese a las largas negociaciones y a la suba en el mínimo no imponible que originalmente había planteado el gobierno, todavía hay reticencia a aprobar este impuesto, que afectará a los asalariados de ingresos medios.
Tras su media sanción en Diputados, el paquete fiscal propuesto por Milei encuentra trabas en el Senado por parte de la oposición
Esa actitud es sostenida, particularmente, por los gobernadores de las provincias patagónicas, donde el costo de vida es más alto que en el resto del país y donde un salario bruto de $2 millones no implica que una persona sea considerada como de altos ingresos.
En los planes del gobierno, si la propuesta para el renovado impuesto a las Ganancias fuera aprobada, eso supondría un oxígeno fiscal equivalente a medio punto del PBI. De esa forma, se resolvería la pulseada fiscal con las provincias.
¿Cuál es el potencial del aporte de Ganancias dentro de la recaudación impositiva? Nuevamente los números de la AFIP resultan elocuentes: en lo que va de 2024, ese impuesto aportó un 14% del total, lo cual lo convierte en el segundo más importante después del IVA, pero muy lejos de su promedio histórico.
Por caso, en el primer cuatrimestre del año pasado, Ganancias aportaba un 20% de la recaudación. Un número que, como siempre se encargó de recordar Cristina Kirchner en los tiempos en que peleaba con Hugo Moyano, permitió solventar el gasto público en planes de asistencia como la Asignación Universal por Hijo.
Lo cierto es que, si los más de 800.000 asalariados que el año pasado quedaron exonerados volvieran ahora a aportar Ganancias, recién ahí se podría pensar en prescindir del impuesto PAIS, dado que el incremento previsto en la recaudación coincide aproximadamente con lo que aportó el criticado impuesto que ahora Milei promete eliminar.
Los comentarios están cerrados.