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Pasado el lunes negro, cuál es la mirada de Luis Caputo hacia el cepo cambiario


El alivio por la rápida recuperación post lunes negro vino de la mano de un debate recargado: ¿al final fue por un supuesto efecto benéfico del cepo cambiario que Argentina no sufrió un cimbronazo financiero?

Las interpretaciones que dejaron filtrar extraoficialmente desde el equipo económico de Luis Caputo apuntan a que la economía argentina pasó una prueba crucial. Creen que, de no haberse seguido el plan que se siguió, se habría producido una turbulencia con una fuerte caída de los bonos soberanos y con una escapada del dólar paralelo.

En otras palabras, que fue gracias a la vigencia del cepo y al superávit fiscal que los títulos y las acciones rebotaron rápidamente y que el tipo de cambio apenas se movió.

Ese argumento implica una crítica y una toma de distancia respecto de la situación que sorprendió a Mauricio Macri en 2018, cuando un cambio repentino en el contexto internacional tomó mal parado al plan económico. En aquel momento había déficit fiscal, un abultado rojo en la cuenta corriente y una dependencia de los dólares de inversiones de corto plazo -principalmente fondos de inversión que hacían carry trade aprovechando que el peso estaba planchado-.

Pocos conocen las semejanzas y diferencias de esos dos momentos, como el propio Caputo, que en aquella época era ministro de Finanzas y luego reemplazó a Federico Sturzenegger en el Banco Central, una experiencia que lo llevó a sufrir un trastorno de ansiedad.

Ahora, en cambio, el hecho de que en la jornada del martes el dólar haya retrocedido en todas sus versiones -el blue, el MEP y el «contado con liquidación»- y que también haya caído levemente el índice de riesgo país, parece reforzar ese punto de vista.

En definitiva, en el entorno de Caputo una primera conclusión del shock externo es que estaban equivocados aquellos que reclamaban un inmediato desarme del cepo, y que la secuencia definida ahora por Caputo -primero consolidar el superávit fiscal, después limpiar el balance del BCRA, después contraer la base monetaria y reforzar las reservas y, recién al final del camino, salir del cepo- es el camino correcto.

Una mejora no solo para el peso

Esa visión, lejos de generar consenso, no ha hecho más que endurecer las críticas de quienes consideran que la política cambiaria de Luis Caputo es nociva.

Para empezar, porque los argumentos que se anteponen para defender la vigencia y supuestas virtudes del cepo no resultan tan diferentes de las que, hace una década, enumeraba Cristina Kirchner. A saber: que los controles cambiarios atenúan los shocks externos para un país que padece la debilidad estructural de una escasez de divisas, y que si el tipo de cambio flotara se produciría una volatilidad que produciría daños irreversibles a la economía real.

Esa situación llevó a no pocos comentarios irónicos entre los analistas, como el del trader Christian Buteler, quien comentó: «Argentina es un país donde sus ciudadanos condenan el cepo y todos quieren salir rápidamente, salvo los kirchneristas cuando lo aplica el kirchnerismo, los macristas cuando lo aplica Macri, los libertarios cuando lo aplica Milei».

Era una frase que aludía a los muchos análisis que dieron las gracias al cepo por haber evitado una hipotética mega-devaluación con un inexorable contagio inflacionario. El lunes, Darío Epstein, que durante la campaña fue uno de los principales asesores de Javier Milei, fue quien más explícitamente planteó ese punto.

Es por eso que uno de los deportes preferidos de la City financiera en este momento es plantear hasta dónde podría haber subido el dólar en una situación de libre flotación. Es, por cierto, un debate que, por ser contrafáctico, no tiene conclusión posible. Pero, sin embargo, hubo quienes argumentaron que los defensores del cepo tienen un punto en contra: el peso no fue la única moneda regional que salió airosa de la crisis global, sino que en casi toda la región se vivió de manera parecida.

De hecho, el real brasileño, la moneda que se sigue con lupa tanto por parte de Caputo como de los empresarios argentinos, había recuperado al cierre del lunes la depreciación inicial, y el martes tuvo una mejora adicional: la cotización que había empezado en 572 reales por dólar cayó hasta los 564 reales por dólar al cierre.

En otras palabras, la mejora en la cotización del real tras el lunes negro -1,3% en una jornada- fue incluso mayor a la del peso argentino. Incluso el índice bursátil Bovespa tuvo también una recuperación, aunque menos marcada que la del Merval -que recuperó un 2,6% en la rueda del martes-.

¿Luis Caputo está encariñado con el cepo?

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El peso aguantó el lunes negro y el real también: ¿qué tan efectiva es la protección del cepo cambiario?

Es ante esos datos que se replantea el debate sobre si el cepo realmente funge como protección y que habría pasado sin su presencia.

Quienes desde el primer minuto han estado en contra de mantener los controles argumentan que lo que ocurrió es una confirmación no de las virtudes sino de las debilidades de la economía argentina, como su aislamiento financiero internacional. Desde ese punto de vista, la relativa calma local en medio del shock es una confirmación de la ausencia de inversiones.

Así lo plantea Gabriel Caamaño: «Lo que nos dejó un poco al margen de lo sucedido (que tampoco impactó tanto en otros emergentes) es la ausencia de jugadores internacionales en el mercado de deuda en pesos (haciendo carry trade contra deuda) y el poco flujo de inversión extranjera en general y de corto plazo que recibió Argentina en el último tiempo».

Y afirma que sería errada la conclusión de que el cepo cambiario resulte una ventaja.

En la misma línea había argumentado Roberto Cachanosky: «Es como decir que como estoy fuera del mundo, a mí no me afecta. Pero lo que no están contando es toda la inversión que no llegó y el crecimiento económico que nos perdimos por culpa del cepo».

Hay analistas financieros que, más allá de la polémica por los controles cambiarios, sí es posible hablar de una «prueba superada» para Argentina tras el shock bursátil global, por la constatación de que hay un piso de precio para la deuda soberana. Es decir, se confirma que el mercado no está pensando en un riesgo de default y, por lo tanto, siempre aparecen compradores cuando la paridad cae debajo de una paridad de 40%.

Lo que sostiene esa visión de los inversores, según los analistas, es el compromiso del gobierno con el superávit fiscal, un objetivo sobre el cual ha demostrado no estar dispuesto a hacer concesiones.

La lupa del Gobierno en las reservas

En cambio, persisten las dudas respecto de las reservas del BCRA, e incluso sobre la viabilidad de que se pueda conseguir el publicitado préstamo en modalidad «repo». Sobre ese punto, el economista Miguel Kiguel, que ocupó la secretaría de Finanzas en los años 90, advirtió que el deterioro del mercado global podría poner más presión sobre los bonos que Caputo entregaría como «colateral» -es decir, garantía- del préstamo.

Si eso ocurriera, el financiamiento resultaría todavía más caro de lo previsto, para un país que no logra bajar de los 1.600 puntos de riesgo país. Es lo que, a su vez, trajo de nuevo las dudas sobre qué tan cumplible será el desarme del cepo.

En ese marco de incertidumbre, Caputo recibió algunos favores por parte de peso-pesados del mercado. Como el banco de inversión Morgan Stanley, que ratificó su visión de que habrá una unificación cambiaria a fin de año.

Así lo expresó Fernando Sedano, el director ejecutivo regional de ese banco. «Sería ideal que al mismo tiempo se anuncie un paquete de programas de financiamiento con organismos internacionales que incluya préstamos de organismos multilaterales de créditos y un acuerdo con el FMI», planteó el banquero.

Mientras tanto, la soja da malas noticias al Gobierno

A contramano del alivio que generó en el gobierno la relativa calma argentina en medio de la tormenta global, hay otros datos que hacen a la sostenibilidad de las finanzas locales que siguen dando malas noticias. En primer lugar, el precio de la soja, que el martes volvió a mostrar una caída.

Cerró el martes en u$s372 por tonelada, después de haber recuperado valor el «lunes negro» hasta u$s380. Pero, más allá de los precios, lo que parece confirmarse es la repetición de un ciclo clásico, en el que las materias primas de exportación se deprecian como reflejo de una «huida a la calidad» por parte de inversores globales que buscan refugio en el dólar.

Y, lo peor de todo, la cotización de la soja no solamente está cayendo como reflejo de la situación financiera global, sino por motivos específicos propios: «El mercado opera con certeza de buena oferta y una demanda debilitada, con probabilidades de alejamiento comercial entre China y Estados Unidos, en la medida que hay mayores probabilidades de que Trump gane la presidencia en ese país. Mientras tanto, la campaña 24/25 se está desarrollando viento en popa en el hemisferio norte, lo que hace prever que los almacenes de granos del mundo seguirán agrandándose», advirtió en un reporte Marianela de Emilio, experta del INTA y directiva de Agroeducación.

Y agrega que esa situación encuentra a Argentina con 26 millones de toneladas de soja de la campaña 23/24 por comercializar, a lo que se suman 7,5 millones de toneladas comercializadas pero pendientes de fijar precio. Lo cual significa que más del 67% de la cosecha aún no tiene precio.





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