El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que su gobierno mantiene conversaciones con representantes del gobierno chino con el objetivo de alcanzar un acuerdo comercial, en un contexto marcado por una escalada de tensiones bilaterales. «Creo que vamos a alcanzar un acuerdo con China muy bueno», declaró el mandatario durante una conferencia de prensa realizada en la Casa Blanca, en la que respondió preguntas sobre las últimas medidas adoptadas en el marco de la guerra de aranceles que ambos países sostienen desde hace semanas.
Trump señaló que su administración fue contactada en reiteradas oportunidades por parte de funcionarios del gobierno chino, aunque evitó precisar si se trató de intercambios directos con el presidente Xi Jinping. «Nunca he dicho si ha ocurrido o no», dijo, en relación con una eventual comunicación directa entre ambos jefes de Estado. Agregó que, en caso de haberse producido ese contacto, «no sería apropiado hablar de eso públicamente».
Las declaraciones del presidente estadounidense se produjeron un día después de que China anunciara restricciones a la exportación de seis metales pesados utilizados en sectores estratégicos como la industria automotriz, aeroespacial, de semiconductores y defensa. La medida fue interpretada por Washington como una respuesta directa al endurecimiento de los aranceles impuestos por el gobierno estadounidense sobre productos chinos, que en algunos casos alcanzan un 245%.
El gobierno de Pekín calificó las nuevas tarifas como un «chantaje», en el marco de una disputa comercial que ha tenido repercusiones en los mercados internacionales, y que genera incertidumbre sobre el futuro de las cadenas de suministro globales. La administración estadounidense, por su parte, justificó los aumentos arancelarios como parte de una estrategia para corregir lo que considera desequilibrios estructurales y prácticas desleales por parte de la economía china.
Donald Trump expresó su confianza en que se llegará a un entendimiento con China
Durante su exposición ante los medios, Trump insistió en que las negociaciones con China están avanzadas y expresó su confianza en que se llegará a un entendimiento. «Estamos hablando con todo el mundo», aseguró, en referencia también a las conversaciones que su gobierno mantiene con otros socios comerciales. En ese sentido, anticipó que podrían concretarse nuevos acuerdos «en tres o cuatro semanas».
El mandatario vinculó el ritmo de las negociaciones al tiempo disponible de su equipo de trabajo: «El problema es que un día tiene solo un determinado número de horas», ironizó. No obstante, subrayó que en el caso de China, la iniciativa para avanzar depende de su contraparte. «La pelota está en su tejado», afirmó.
El conflicto comercial entre las dos principales economías del mundo se intensificó en los últimos meses, con sucesivas rondas de aranceles y contramedidas que afectaron el comercio bilateral, generaron impacto en los precios de materias primas y productos tecnológicos, y alteraron las proyecciones de crecimiento de diversos países. A pesar de este panorama, Trump sostuvo que su administración continuará buscando una solución negociada.
«Creo que lo vamos a lograr, y si no, lo conseguiremos de todos modos porque estableceremos un objetivo y ya está», indicó. Estas declaraciones reafirman el enfoque del gobierno estadounidense de mantener presión sobre China a través de mecanismos unilaterales, sin descartar la vía diplomática.
La actual fase del conflicto comenzó con la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos sobre productos electrónicos, maquinaria y componentes industriales importados desde China. Pekín respondió con medidas similares, dirigidas principalmente a bienes agrícolas, automóviles y productos manufacturados estadounidenses. Esta dinámica generó una cadena de represalias que derivó en la suspensión de varias rondas de negociación formal, aunque ambas partes mantuvieron contactos de manera informal.
El anuncio del gobierno chino sobre la limitación de exportaciones de metales estratégicos representa una de las respuestas más significativas desde el inicio del conflicto. Estos materiales son fundamentales en la fabricación de dispositivos tecnológicos, componentes militares y sistemas de energía renovable, lo que amplifica su impacto en industrias clave tanto en Estados Unidos como en otras economías avanzadas.
Por su parte, el Departamento de Comercio estadounidense consideró que la medida de China busca generar presión sobre los fabricantes nacionales que dependen de insumos provenientes de Asia, e instó a diversificar las fuentes de abastecimiento. Paralelamente, desde el Congreso estadounidense surgieron propuestas para impulsar políticas de incentivo a la producción local de materiales críticos, en un intento por reducir la dependencia de importaciones chinas.
El curso de las negociaciones entre Washington y Pekín continúa siendo seguido con atención por los principales actores del comercio global, ante la posibilidad de que un acuerdo bilateral permita estabilizar los flujos de bienes y servicios entre ambos países. Al mismo tiempo, diversos analistas advierten que, incluso si se llega a un consenso, las diferencias estructurales entre las dos economías podrían sostener la tensión a mediano plazo.
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