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cuánto margen tiene Milei de concretarlo



En el ya célebre tuit de Toto Caputo sobre «cosas que ya están pasando y se van a exponenciar en los próximos meses», los puntos que lideran el ranking del escepticismo son, naturalmente, los referidos a la escasez de pesos y a la abundancia de dólares. Hay sobrados motivos para ello, sobre todo por el hecho de que, tras el recorte del impuesto PAIS se generó un abaratamiento efectivo de 8,5% en las importaciones, lo cual, para algunos economistas, podría incrementar en hasta u$s1.500 millones mensuales las compras en el exterior, haciendo menos robusto el superávit comercial.

Pero hay, además, otro tema que, aunque haya generado menos ruido, tiene un alto potencial para generarle un dolor de cabeza al gobierno -y que, de hecho, se ha transformado en una pesadilla en las cuentas de gestiones anteriores-. Es la salida de dólares por concepto de turismo, un rubro que tradicionalmente tiene cifras en rojo, sobre todo en momentos de retraso del tipo de cambio.

Y, si efectivamente se cumple la promesa del presidente Javier Milei, a partir del año próximo la eliminación del impuesto PAIS no se debería limitar a las importaciones sino también a los dólares del rubro turismo. En otras palabras, usar la tarjeta para comprar pasajes aéreos, reservas de hoteles y gastos varios en el exterior saldrá, en menos de cuatro meses, un 19% más barato que hoy.

Hablando en plata, hoy el «dólar turista» cotiza a $1.558, que es el precio que resulta de aplicarle, a la cotización del mercado bancario, un plus de 30% del impuesto PAIS más otro 30% de percepción por el impuesto a las Ganancias. En los últimos meses se dio la situación anómala -sólo explicable por las distorsiones que provoca el cepo- de que resultaba más barato comprar el dólar MEP, o incluso el dólar blue, antes que usar la tarjeta.

Esa situación no dejaba de ser un alivio para el Banco Central, dado que buena parte de los turistas, advertidos de esa situación, adquirían sus divisas en el paralelo, tomando los billetes de la oferta privada y no de las reservas del Banco Central.

Ahora, si se cumple la promesa de Milei, el 30% del impuesto PAIS tampoco se aplicará a la compra de dólares para ahorristas y turistas. Si esa situación estuviera vigente hoy mismo, entonces el dólar turista quedaría en $1.266, lo que implica una cotización más barata que la del «contado con liqui» y a la par del MEP y el blue.

Y, como si la cotización no fuera estímulo suficiente, ahora también volvió la posibilidad de saldar en cuotas los pagos en dólares, algo que había sido prohibido por el BCRA en la época de Miguel Pesce, como forma de forzar a los turistas a usar sus propios dólares y no recurrir a la financiación con tarjeta.

Festejan los turistas

En definitiva, si se elimina el impuesto PAIS, a los turistas les volverá a convenir usar la tarjeta y que la cuenta por las divisas gastadas en el exterior vaya al Banco Central. Como si no Todo lo contrario de lo que quiere Toto Caputo, que es que los argentinos usen los dólares del colchón.

Esto es lo que deja, todavía, algunas dudas en el mercado en el sentido de si, llegado el 2025, se eliminará realmente el 30% adicional que pagan los turistas o si, mediante otro nombre, el tributo seguirá vigente. Después de todo, la justificación original de la creación del impuesto PAIS en diciembre de 2019 no fue la de encarecer las importaciones con un fin proteccionista -eso recién se implementó en julio de 2023 durante la gestión de Sergio Massa- sino la de desalentar la compra de dólares.

Y en la Argentina cambian los gobiernos, los ministros y las ideologías, pero lo que permanece inmutable es la preocupación por la «fuga» de dólares de los turistas. De hecho, en algunos períodos de particular atraso cambiario, la salida de dólares ha sido tan fuerte que superó con creces el superávit de la balanza comercial.

Nadie sabe mejor este tema que el propio Toto Caputo, que en 2017, siendo ministro de Finanzas, vio cómo se llegó a un récord histórico de u$s10.600 millones de salida de dólares por turismo. En aquel momento se combinaba una absoluta libertad cambiaria, un régimen de libre flotación y un atraso cambiario provocado por el flujo de ingreso de capitales -la cuenta corriente llegó a marcar casi 6% de déficit-.

Pero las sangrías de divisas por turismo también han ocurrido en períodos de cepo. El gobierno peronista de Alberto Fernández y Cristina Kirchner sólo tuvo una tregua durante la pandemia, pero cuando aflojaron las restricciones sanitarias para viajar, hubo que volver a incrementar la carga impositiva para encarecer la compra de pasajes. Aun así, hacia fines de 2022, la salida de dólares por el rubro turismo ya se acercaba a los niveles pre-pandemia, cerca de los u$s7.000 millones netos.

Los números flojos de Toto Caputo

¿Qué tan grave podría ser el impacto del turismo en los planes de Caputo? Bastante, a juzgar por los últimos indicadores. La cuenta «servicios» del último informe cambiario del BCRA dio en julio un déficit de u$s566 millones -si se extrapola a un año, esto se acercaría a los u$s7.000 millones.

Y, como siempre, el rubro que deja el agujero más importante es el de «viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta», que incluye al turismo y, en menor medida, a los pagos de servicios online. El costo de ese renglón fue de u$s634 millones mensuales y viene en ascenso.

A pesar de estar hoy gravado con un 60% de carga impositiva y pese a la situación recesiva de la economía, no es una cifra que difiera mucho de las que se registraban en momentos de alta demanda de dólares. Por lo pronto, es un 18% más que lo que salía por turismo hace un año. Y apenas un 16% menos que en 2022, cuando explotaba la demanda de divisas en medio de la euforia para ir a ver a Messi y compañía en el mundial de Quatar.

Lo cierto es que esto no es bueno para la credibilidad de la promesa de Caputo: lo que se viene es un aumento en las importaciones, mezclado con un bajo estímulo para exportar -dado el atraso cambiario-. Y, para colmo, la expectativa de que se acelere la salida de divisas por turismo.

Las cuentas ya están reflejando un deterioro, en particular algunas que los especialistas -y, sobre todo, el Fondo Monetario Internacional– miran con lupa. Como el déficit en cuenta corriente, un dato clave porque es el que marca las posibilidades que tiene el sector público de hacer frente a sus obligaciones en dólares.

En junio, por primera vez en el año, esa cuenta dio números en rojo por u$s223 millones. Y en julio, como para confirmar que no se trataba de una excepción sino de un cambio de tendencia, hubo un segundo déficit, pero mucho más alto: u$s1.668 millones. Es cierto que ese mes fue particularmente exigente por la acumulación de pagos de deuda, pero lo cierto es que la situación está empeorando, y el abaratamiento del turismo para los argentinos en el exterior no trae buenas expectativas al respecto.

La otra enseñanza de la historia reciente es que si hay algo realmente efectivo para frenar la salida de dólares por turismo no es tanto la aplicación de impuestos y regulaciones, sino las devaluaciones.

Así, durante la gestión de Cristina Kirchner, con la aplicación del primer cepo cambiario, se llegó en 2013 a un récord de déficit turístico por u$s8.730 millones. Al año siguiente, se produjo una brusca caída de 38%, y curiosamente esto ocurrió en un momento de «relajamiento» del cepo. Claro, el detalle fundamental era que en el verano de ese año, con Axel Kicillof recién asumido en su cargo de ministro, el dólar tuvo una suba del 25%.

De la misma manera, durante la gestión de Mauricio Macri se había llegado a un nivel de casi u$s1.000 millones mensuales de demanda de dólares para el turismo en la previa a la disputa del mundial Rusia 2018. Tras una serie de devaluaciones, cuando Guido Sandleris tomó la presidencia del Banco Central -sucediendo a Caputo, que a su vez había sucedido a Federico Sturzenegger– la salida de divisas había caído a la mitad.

¿Qué ocurrirá ahora? Caputo y Milei fueron contundentes respecto de que una devaluación está fuera del menú. Y, además, se eliminarán impuestos. De manera que lo que cabría esperar es un aumento fuerte en la demanda de dólares por turismo. A no ser, claro, que una vez más el pragmatismo se imponga y el impuesto PAIS resucite con un nuevo nombre.





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