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Crece la recaudación medida en dólares y pone a Luis Caputo en un dilema



Ahora que volvió a instalarse con fuerza el debate sobre si la economía cayó nuevamente en una situación de retraso cambiario, hay un dato que puede aportar a la discusión: la recaudación tributaria de octubre pasado, medida en dólares, está en el mismo nivel que hace un año -precisamente, un momento en el que nadie dudaba sobre el retraso del dólar oficial-.

Hablando en números, lo que ingresó a las arcas fiscales el último mes –$12,7 billones– es el equivalente a u$s12.883 millones, lo cual supera a los u$s12.760 millones de hace un año. Todo, claro, tomando como referencia a la cotización oficial.

Si, en cambio, se considera el dólar MEP, entonces la recaudación actual supera ampliamente a la del año pasado, dado que en aquel momento el tipo de cambio paralelo estaba en un pico, ante la incertidumbre política. En números, la recaudación actual es de 11.230 dólares MEP, mientras que hace un año era de 5.194 millones.

Crece la recaudación medida en dólares: ¿es bueno o malo?

¿Es bueno o malo que la recaudación esté creciendo en términos de dólar? Es un tema de debate. Visto desde el lado positivo, es un dato que marca una mejora en la capacidad del país para cumplir sus obligaciones. Una prueba reciente de ello fue la compra de u$s2.700 millones por parte del Tesoro para cancelar vencimientos de deuda en enero próximo.

Esa compra fue realizada con pesos surgidos del superávit fiscal. De manera que, si la recaudación fuera baja en términos de dólares -o si el tipo de cambio estuviera más caro- se habría necesitado un mayor esfuerzo en recaudación de impuestos para comprar la misma cantidad de dólares con los que cancelar la deuda.

En otras palabras, el hecho de que la recaudación impositiva crezca en términos de dólares es un dato valorado por el mercado, lo cual se refleja en la caída que viene registrando el índice de riesgo país.

Y este punto explica, en buena medida, la negativa de plano que ha mantenido Luis Toto Caputo ante cada queja, consejo o insinuación en el sentido de que debería revisar su política de crawling peg al 2% mensual, que ha llevado a una suba en dólares de todos los precios de la economía.

Más bien al contrario, todo apunta a que ese ritmo devaluatorio tendrá un freno. El propio proyecto de presupuesto da a entender que el crawling promedio del 2025 será de 1,5% mensual. Y el reciente recorte en la tasa de interés es interpretado como un paso previo a ese freno.

Antecedentes inquietantes

Pero también hay una parte negativa para analizar el tema: con una economía recesiva, si la recaudación, medida en dólares está creciendo, esto es un indicador de que no necesariamente hay una mayor capacidad contributiva de la población a las arcas fiscales, sino que todo puede ser un mero efecto del retraso cambiario.

Solo en los últimos cuatro meses -por tomar el período de mayor «normalización» en términos de inflación, el IPC acumuló un 15,4% mientras el dólar oficial subió un 8,4%. Esto implica que los precios, medidos en dólares, subieron un 6,5% en apenas un cuatrimestre. Y la suba de la recaudación reflejó ese fenómeno.

Y los antecedentes de la historia reciente dejan una sensación de inquietud, porque los meses en que la caja de la AFIP fue grande en términos de dólares fueron los momentos previos a grandes devaluaciones.

Así, se puede apreciar cómo en julio de 2019, cuando el dólar cotizaba a $45, la recaudación mensual era de u$s10.011 millones, pero en septiembre, luego del impacto político por el revés oficialista en las PASO y la brusca devaluación que llevó al peso a $60, la recaudación tributaria se desplomó. No en pesos, claro, sino en dólares: fue de apenas u$s7.346.

Y, ya durante la gestión de Alberto Fernández, ocurría algo similar, pero con la alteración provocada por el cepo: mientras la recaudación tributaria llegó a superar los u$s13.000 millones medidos al tipo de cambio oficial, la recaudación se desplomaba en términos del paralelo, hasta que finalmente ocurría la esperada «corrección», como la que se impuso tras las PASO de agosto con Sergio Massa como ministro/candidato.

En definitiva, lo que estos antecedentes muestran es que la recaudación es también un reflejo de la «inflación en dólares», que suele generar preocupación entre economistas, empresarios y banqueros, porque afecta la competitividad de la economía y suele ser el preludio de devaluaciones bruscas.

El dilema de Luis «Toto» Caputo

Pero el retraso cambiario no es el único factor que interviene en este indicador. También importa cuáles si los impuestos que están haciendo el mayor aporte sin aquellos vinculados directamente con actividades de comercio exterior -que se maneja en dólares- o con el mercado doméstico.

Así, en años como 2022, cuando se registró un récord de precios de las materias primas por la guerra de Ucrania, las retenciones a la exportación llegaron a representar casi un 10% de la recaudación impositiva total.

Luego esa importancia relativa de las retenciones fue cayendo, primero por efecto de los reveses climáticos en el agro y luego por la caída de los precios internacionales. Actualmente, el rubro de las retenciones a la exportación representa «apenas» un 4,5%.

Aunque fue compensado por el crecimiento de otro tributo vinculado al comercio exterior, el impuesto PAIS, que hasta hace dos meses tuvo una alícuota de 17,5% sobre las importaciones. En su mejor momento, este impuesto llegó a representar un 9% de la «torta» de la AFIP y motivaba disputas entre la Casa Rosada y los gobernadores provinciales, que reclamaban la coparticipación de ese tributo.

Para Caputo, se presenta aquí un dilema. Porque los tributos dependientes del comercio exterior aportan más pesos, naturalmente, cuando más alto es el tipo de cambio. En el final de la gestión macrista, después de la suba del dólar post elecciones primarias, la recaudación por concepto de retenciones -medida en pesos- se disparó. Pasó de representar un 8,5% del total recaudado antes de la devaluación, a un impactante 13% cuando se produjo el recambio de gobierno. 

Entre el IVA y las retenciones

Desde ese punto de vista, Caputo tiene ahí una motivación para tener un tipo de cambio más alto, sobre todo si se tiene en cuenta que el año próximo ya no contará con el aporte del impuesto PAIS y que, para colmo, los analistas están previendo una caída en los precios de commodities como la soja.

Pero, por otro lado, el gobierno apuesta a que el año próximo sea el de la reactivación de la economía, y eso implica un incremento en el aporte de impuestos ligados a la actividad comercial, como el IVA.

Precisamente, uno de los datos que llamó la atención en la recaudación tributaria de octubre pasado fue el hecho de que el IVA que recauda la DGI alcanzó el nivel de hace un año, cuando las ventas volaban al calor del «Plan Platita». De hecho, fue uno de los pocos tributos que no registraron una caída real interanual.

Con un crecimiento mensual de 6% -es decir, corriendo al doble de velocidad de la inflación-, el IVA ya representa más del 22% del total recaudado, después de haber caído al 20% en el peor momento de la recesión.

Por lo pronto, Caputo parece haber resuelto ese dilema: mantendrá su política de ancla cambiaria, contra las advertencias de sus críticos que lo acusan de estar afectando la competitividad de la economía. En términos de impuestos, espera que el IVA crezca por encima de la inflación, mejorando su recaudación un 9% en términos reales -y también en términos de dólares-. Pero también espera que crezca el aporte del comercio exterior.

Sobr ese punto, el dato que llamó la atención es que, pese al tipo de cambio bajo, se muestra más optimista con las retenciones a la exportación, un crecimiento real de 70%. Es algo que generó enojo en el campo, que ya asumió que no tendrá alivio alguno de la presion impositiva durante todo el 2025.

El gobierno explicó que el incremento de la recaudación por retenciones a la exportación era, en realidad, un efecto estadístico, dado que en 2023 se había adelantado pagos de 2024 y entonces quedaba una base de comparación baja. Aun así, la explicación no terminó de conformar al campo, que teme ser el sector que pague el boleto más caro si, como se prevé tras el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, se empieza a desatar una ola de devaluaciones en la región.



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