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Sube la soja pero en el campo no hay apuro por liquidar dólares


Volvieron las imágenes de los camiones atestando las rutas hacia la zona portuaria de Rosario, para euforia de muchos. Este miércoles entraron 3.832 camiones cargados con mercadería exportable, lo que implica un incremento de 35% respecto del promedio de la semana pasada. Y, a primera vista, la foto parece relacionarse con la entrada de dólares, dado que el Banco Central volvió a comprar dólares en cantidades grandes: u$s231 millones, después de los u$s219 millones del martes.

Como fondo de esta situación, hay entusiasmo por la suba en los precios del mercado internacional, especialmente en la soja, que está en u$s458 por tonelada, un nivel impensado hace apenas una semana, cuando había caído a un piso de u$s427.

Y en el ambiente del negocio agrícola hay un intenso debate respecto de si esta situación debe considerarse el inicio de un ciclo alcista -que en algún momento cercano pueda llevar otra vez a la soja encima de los u$s500 a los que cotizó la mayor parte del año pasado- o si se trata de un fenómeno pasajero.

Especialmente, lo que está en análisis es qué tan grave será la inundación del sur brasileño -los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná- y cuál pueda ser la incidencia en la merma de la oferta mundial sojera -todavía queda por cosechar el 30% de la zafra sojera en esa región-.

«La oportunidad de subas sostenidas en el mediano plazo vienen de mano de un recorte de cosecha 23/24 superior a 10-15 millones de toneladas, para lo que no solo debiera perderse cosecha por levantar, sino además dañarse parte de la cosecha almacenada en zonas inundadas», explica Marianela de Emilio, experta del INTA.

Por lo pronto, la atención está focalizada en la publicación del nuevo reporte del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, un evento que suele modificar los precios internacionales. El informe evaluará la situación climática brasileña, además de ajustar sus predicciones sobre la producción estadounidense, y de esa forma anunciará su primera proyección de cosecha 24/25.

La soja tuvo una recuperación abrupta en los últimos días, en parte como consecuencia de las inundaciones en Brasil, que recortaron la oferta mundial

La soja tuvo una recuperación abrupta en el mercado de Chicago, en parte como consecuencia de las inundaciones en Brasil, que recortaron la oferta mundial

¿Un error de percepción?

Pero, mientras en el mercado se discute sobre «la soja es libertaria», lo que resulta mucho más difícil de determinar es el humor del productor agrícola argentino. Porque, en aparente contradicción con el mayor movimiento portuario, los analistas del sector siguen sosteniendo que predomina la actitud de cautela y que la conducta generalizada sigue siendo la del acopio en silobolsas y la exportación en «cuentagotas».

Los números y las imágenes pueden ser engañosos en estos días, porque el actual «efecto embudo» en la zona portuaria es, también, la consecuencia de la parálisis que se había registrado en abril como consecuencia de las lluvias, que retrasaron las cosechas y que anegaron caminos rurales.

En otras palabras, que lo que se está viendo en estos días, más que obedecer a una euforia vendedora de los productores, puede interpretarse como la evidencia de una crisis logística, porque se superpusieron las cosechas tempranas con la tardía en varias zonas, y eso incrementó en transporte en rutas poco preparadas para el tráfico intenso de los camiones.

Esto lleva a que haya habido una gran fluctuación en la actividad exportadora, que se nota en el hecho de haya días en los que el Central compra encima de u$s300 millones y otros, como el pasado lunes, en que apenas ingresó u$s65 millones, una suma inusualmente baja para esta época del año.

Lo cierto es que, si bien se notó una aceleración en los últimos días, el movimiento exportador es todavía bajo en términos históricos. Los números son grandes cuando se los compara con el desastroso panorama del año pasado, que estuvo afectado por una sequía récord. En cambio, si se toma como referencia el 2022, que fue un año excelente en volúmenes de producción y exportación, ahí la cosa cambia: el ritmo de entregas de este año está un 25 por ciento abajo.

Es una consecuencia, en parte, de las complicaciones que provocó en los últimos meses el exceso de lluvias, que hizo que se produjera un retraso de 12 puntos porcentuales en el volumen cosechado para esta fecha en comparación con el promedio de los últimos cinco años.

Pero ese no es el único problema, porque el hecho de que los camiones ingresen a la zona portuaria no implica necesariamente que se vaya a realizar la exportación, dado que hay aún un alto porcentaje de mercadería -casi un 60%, según los analistas- sin precio fijado.

Ese es un síntoma de baja disposición de los productores, que prefiere observar la evolución del mercado antes que deshacerse de la producción. De hecho, uno comentario recurrente en el campo es que el producto más vendido en los eventos como Expo Agro fue el silobolsa.

La imagen de silobolsas llenos de soja sigue siendo la tónica del campo argentino, donde los productores especulan con un salto devaluatorio

La imagen de silobolsas llenos de soja sigue siendo la tónica del campo argentino, donde los productores especulan con un salto devaluatorio

La revancha del silobolsa

La pregunta obligada es si el nuevo marco de recuperación de precios hará cambiar la actitud de los productores sojeros en favor de la venta o si, por el contrario, los reconfirmará en que la estrategia comercial correcta es resguardar el stock y vender lo apenas necesario para cumplir con las obligaciones financieras.

Los consultores del negocio agrícola suelen quejarse de que, a pesar de que ellos recomiendan no retener producto, y recurrir a coberturas del mercado de futuros, todavía predomina entre los productores una conducta conservadora macerada en años de políticas intervencionistas. Y una de las especulaciones del mercado es que los productores que necesitan financiar su próxima campaña podrán tentarse con tomar deuda en dólares antes que vender, por la expectativa de que su stock pueda valorizarse en mayor medida que el costo financiero.

De hecho, luego de las recientes subas, el debate se intensificó, y quienes habían apostado a engordar los silobolsas con el argumento de que el precio estaba demasiado bajo, está ahora tomándose su revancha de los analistas que pronosticaban que el desinfle continuaría por una oferta global que crecía a mayor velocidad que la demanda.

Por caso, el influyente José Antonio Álvarez, más conocido por su seudónimo «Bumper Crop» en las redes sociales, al publicar el gráfico de los futuros de soja, recordó: «De haberle hecho caso a algunos pronosticadores, muchos productores, sobre todo los que arriendan, habrían directamente tenido un margen bruto negativo».

Con un ojo en la devaluación

Según Marianela de Emilio, aun con las subas recientes, el precio para el productor argentino sigue debajo del promedio de la temporada anterior en u$s60 por tonelada.

De momento, todas las señales del mercado apuntan a que no habrá una concentración de la exportación en pocas semanas, sino que la tónica seguirá siendo la venta paulatina. Y lo cierto es que, más allá de la mejora reciente en los últimos días, el precio sigue siendo poco atractivo para los sojeros, más por factores domésticos que por los internacionales.

El precio para el productor local, en pesos, es hoy la mitad del de fin de año, en términos reales -$250.000 por tonelada, contra $500.000-. Y sigue creciendo, como en tantas oportunidades de la historia reciente, la expectativa por un salto devaluatorio, sobre todo si está en el horizonte cercano la posibilidad de un desarme del cepo.

Los productores alegan que, en la medida en que se vea una posible unificación del tipo de cambio, conviene esperar, para cerrar la pérdida que hoy se produce por la brecha entre los tipos de cambio. Actualmente, el «dólar exportador» -80% oficial más un 20% de contado con liquidación- cotiza a $920,70, un 11% menos que el «dólar importador» -el oficial más el 17,5% del impuesto PAIS-.

Y, como se sigue aplicando la retención de 33%, el resultado es que al productor le queda en su bolsillo u$s258 después de liquidar en el mercado oficial y recomprar divisas en el paralelo. Es una mejora de 16% respecto del nivel de hace un mes, pero todavía no lo suficiente como para que los productores no se sigan quejando de que su ecuación de negocio los deja con números en rojo.

La clave está en que el productor retiene apenas un 57% del precio internacional. Es una mejora en comparación con el 50% que se obtenía con los programas de incentivo exportador de Sergio Massa, pero no lo suficiente como para que haya una ola de ventas. Sobre todo, si se considera que los insumos deben comprarse a un tipo de cambio más alto.

En definitiva, pese al cambio de discurso desde el gobierno, el panorama para el productor agrícola no ha cambiado demasiado, y el factor que determinarán su mayor o menor apego al silobolsa es el mismo de siempre: la probabilidad de que una devaluación mejore la ecuación.





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