El aporte de este nuevo programa es que innova en ir al corazón mismo del espíritu democrático en el mundo, y en particular en Uruguay, que son aquellos que están directamente en contacto con la gente, como lo son las autoridades locales, y que día a día tienen que buscar solución a los problemas de la gente.
(Las autoridades) son la puerta de entrada, la primera cara visible que el país tiene a la hora de concretar inversiones locales que tienen temas de ambiente, de convivencia y temas de comunidades regionales. Lo que nosotros buscamos con este programa es contribuir a cerrar una brecha que lamentablemente existe en el país entre la preparación y las potestades que tienen los gobernantes locales.
Es importante que sea un programa que incluya a todo el espectro ideológico del país, a todas las edades, las regiones, y, obviamente, que tenga un balance natural de género para poder generar un primer grupo de participantes.
P: En esa línea, ¿cuál es su visión de lo sucedido en las elecciones internas en cuanto a la participación? ¿Es algo a tomar en cuenta? ¿Es preocupante?
Sí, es una tendencia global. Tampoco es algo exclusivo del Uruguay, se está viendo en todos lados, la gente cada vez se acerca menos a votar. Parte del espíritu de este programa democrático es despertar esa vocación pública que el uruguayo tiene, por eso no es exclusivo para militantes, sino también para personas que están fuera del tema político, para que se acerquen y vean una puerta de entrada.
Estamos convencidos de que en el Uruguay hay una reserva enorme de valor para ofrecerle al país que hoy no encuentra una puerta de entrada natural para ser concejal, alcalde, edil, intendente, u ocupar cualquier cargo dentro de la estructura departamental.
P: ¿Cuál es su lectura entonces de la baja votación? ¿Apatía? ¿Disconformidad? ¿Falta de ofertas?
Eso hay que tratarlo con expertos en opinión pública, porque no se puede sacar una conclusión así apurada. Que la Copa América, que el clima, que el frío, que (las) vacaciones… Es mucho más complejo que aspectos que se han comentado. Es un fenómeno, como digo, global. Entonces, tampoco es algo que tenemos que mirarlo fuera en el ámbito nacional, está pasando.
El desencanto democrático muestra la evidencia dura que se ha analizado en el trabajo científico, y viene de la mano de la falta del sistema democrático en lograr resultados concretos que le cambien la vida a la gente con servicios públicos de calidad. Ahí está el amor hacia la democracia cuando realmente logra ejecutar las políticas públicas y ser eficaz.
También tengamos claro que este ciclo democrático que estamos viviendo desde 1985, es el más largo y profundo de la historia del Uruguay desde 1830. No existen 40 años seguidos de democracia plena e ininterrumpida. Si habrá que cuidarlo, si habrá que ser conscientes de que esto que tenemos hoy no es lo normal en el mundo. Solo un 10% de la población vive en regímenes democráticos plenos como nosotros. Ahí estamos nosotros y tenemos que cuidarlo como un tesoro.
P: ¿Tiene posición en el debate sobre la posible obligatoriedad de la elección interna?
Me parece un tema interesante para discutir en el próximo ciclo electoral. Creo que tiene que estar en la discusión, me parece bien. Hay que discutirlo, así como también la obligatoriedad de las elecciones nacionales. Hay que poner todo en la misma bolsa.
P: La Corte Electoral confirmó que ahora sí se llegaron oficialmente a las firmas y que va a haber plebiscito por la reforma de la seguridad social, ¿cómo será el debate de ahora en más?
Se confirma lo que es un hecho crítico. Se va a exponer a la ciudadanía el 27 de octubre ante una decisión que se juega al rumbo del Uruguay. Es lo más dramático que está sobre la mesa en la próxima elección. Implica un cambio de rumbo que Uruguay ha mantenido con vaivenes más hacia la izquierda, más hacia la derecha de los últimos 40 años, pero que está enfocado hacia el camino de los países que han tenido éxito en el desarrollo. Bueno, esta propuesta va para el otro lado, va hacia un camino que es nuevo, desconocido.
De hecho, lo que se conoce en experiencias similares son fracasos. Por lo tanto, es tremendamente arriesgado y desde mi punto de vista contraproducente y negativo avanzar con este plebiscito. Pero soy optimista, porque creo que si se logra una baja votación va a ser una ratificación contundente apoyada por todos los candidatos que están corriendo para la elección presidencial, que Uruguay no está para cambios bruscos, sí está para acelerar procesos, mejorar deficiencias, mejorar políticas, pero no dar un volantazo que nos lleven a un camino nefasto y desconocido, sino al contrario.
El camino es dar certezas de un rumbo que el país ha encarado, que ha trascendido partidos y que hay que profundizar en ese sentido, no desbarrancarse.
P: ¿Están condicionadas todas las fórmulas presidenciales, ahora incluso la del Frente Amplio, a expresarse?
La gente es la que va a decidir, independientemente de lo que digan los políticos. Creo en la gente. O sea, acá lo que hay que hablarles es a las personas para que entiendan lo que hay en juego y sepan que está el futuro del país en sus manos.
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