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Afirman que la genética no es el principal problema del “estancamiento de la soja”


Los rendimientos en la oleaginosa dentro de la zona núcleo no pasan meramente pro problemas genéticos, destacan los profesionales. Coinciden en señalar que “se debe a muchos factores, y que lo principal es un problema de fertilidad química (falta de fertilización) y fertilidad física de los suelos”.

Con una intención de siembra que apunta a un incremento interanual de 17% en el área maicera, la región núcleo podría registrar 1,9 M ha  con maíz. Este incremento en el área del cereal afectaría a la cantidad de hectáreas destinadas a la soja. Frente a este cultivo, es constante la queja de muchos productores sobre los rendimientos que se vienen obteniendo en los últimos años. Falta de aplicación de paquete tecnológico e inconvenientes climáticos en sucesivas campañas, son parte del problema que impide llevar adelante mejores cosechas.

Los especialistas subrayan que la degradación tecnológica en los últimos años: menos inoculantes, fertilización escasa, control deficiente de malezas y repetición de soja sobre soja en campos alquilados es una constante que se observa en los campos, lo que por ende afecta los rendimientos. “En general, el problema genético queda por detrás. Estamos muy lejos de poder aprovechar el potencial de los materiales de siembra”, expresaron los profesionales que asesoran a la Bolsa de Comercio de Rosario.

Un agrónomo de Aldao afirma “para mí, lo más importante es la falta de fertilización, especialmente con fósforo. Al cultivo hay que invertirle para se exprese, hay que darle de comer, y hace mucho que no le ponemos en el plato una costeleta. En números, el margen promedio que le dejó a la gente la soja está entre los 100 a 120 u$s/ha y si fertilizas, tenés que descontarle a eso 20 U$s/ha”. Desde Bigand agregan “muchos productores usan variedades liberadas, más antiguas”.

En Pergamino, el diagnóstico apunta a que “la baja rentabilidad lleva a una fertilización mínima y al uso de insumos genéricos de baja calidad”. En General Pinto, explican: “aparte de lo que llueve, la eficiencia de captación del agua es muy importante. En el mejor de los casos capturamos solo un 60%. Y esto depende de la fertilidad física de los suelos. El potencial de almacenamiento de los suelos también es otro índice en deterioro. Vemos problemas de compactación y falta de estructura, y metiéndonos en el tema químico, perdida de fósforo y micronutrientes, y algo que notamos cada vez más, acidificación de los suelos”, señalan.

La opinión de dos especialistas
Para Rodolfo Rossi, un referente fundamental en genética vegetal en Argentina, la clave no está en la genética sino en el manejo y el aprovechamiento del paquete tecnológico. “La ganancia genética en Argentina es comparable a la de Brasil, pero allá se aplica todo el paquete. Acá no se fertiliza ni se reponen nutrientes. En soja, más del 60% de los productores no devuelve al suelo lo que se lleva en fósforo y azufre”, explica. Y agrega que la rotación no alcanza si no va acompañada de una nutrición adecuada: “el maíz extrae grandes cantidades de fósforo, azufre y necesita nitrógeno para rendir. La soja puede arreglarse con el nitrógeno, pero eso no justifica dejar de fertilizar. También señala otro punto, que coincide con lo que se observa con el gráfico de rindes de soja y maíz para la región núcleo: “se habla de la brecha con Brasil en soja, pero la diferencia en maíz con EE.UU. es todavía mayor”. En definitiva, la conclusión, coincidiendo con la visión de los técnicos de la región: “si el productor no ve márgenes, baja tecnología… y así, no hay genética que pueda salvarlo”.

Según Matías De Felipe, especialista en ganancia genética, el problema del estancamiento de los rindes en Argentina no pasa por una falta de mejora genética. “La tasa de ganancia en los cultivares utilizados en el país no ha caído” asegura, y lo respaldan estudios recientes como los de Abdala et al. (2024) y De Felipe et al. (2016). “El mejoramiento genético ha estado orientado a maximizar el rendimiento potencial, dejando en segundo plano la estabilidad. Por eso, en ambientes degradados o en condiciones con bajo uso de insumos, como ocurre en buena parte del sistema productivo argentino, los materiales disponibles no logran expresar todo su potencial”. Esa limitación, está ligada a un manejo agronómico deficiente típico de estrategias defensivas ante márgenes escasos y mucho más en situaciones de arrendamiento, como una fertilización inadecuada, la falta de rotaciones y a los vaivenes del clima.

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