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Europa bate récords y Wall Street duda por la inflación


El mercado bull se recompuso del ataque de vértigo de abril y vigoroso cruzó el Atlántico. Las bolsas de Europa, siempre a la zaga de Wall Street, siempre temerosas de su destino, tomaron la delantera con determinación. El Euro Stoxx 600 esta vez no esperó a nadie y estampó por su cuenta récords flamantes. ¿Le seguirá los pasos el S&P 500? Lo hace. Lleva tres semanas consecutivas al alza.

La FED es su amiga (y la musa inspiradora hoy de todos los activos de riesgo). Sus máximos aguardan a un tris de distancia. Bastará un manotazo de 0,60% para dar el sobrepaso, pero el viernes prefirió no atacarlos. ¿Es tiempo de revancha? ¿Se acabaron los revolcones? Si fuera así, el traspié se habrá quedado a mitad de camino de la corrección de manual del 10%. Europa embiste segura.

Tras los dichos de Jay Powell, se convenció de que no tiene obstáculos por delante. Wall Street, sin embargo, recela de la inflación, pese al guiño de tolerancia de la FED. El miércoles recibirá la primera lectura de la marcha de los precios al consumidor de abril. Y un mal resultado podría abortar su ofensiva.

Esta semana, ningún índice subió más que el de Utilities, las compañías de servicios públicos (+3%), que es el segmento inesperado que lidera el contraataque después del barquinazo. El Dow Jones (+2,1%) trepó también más que el S&P500 (+1,8%) y el Nasdaq 100 (1,5%). Se diría que es un avance conservador, con los paracaídas a mano, a cargo de sectores (y países) que no son los que hicieron punta en el mercado bull secular, ni los más electrizantes ni los que alientan más sospechas de sobrevaluación. Son los que podrían defenderse mejor si las noticias no son buenas.

Wall Street duda por la inflación. Razones no le faltan. Como reconoce Mary Daly, de la Reserva Federal de San Francisco: “Los tres últimos meses de inflación han dejado considerable incertidumbre sobre los meses venideros”.

La inflación, madre de todas las dudas

La inflación se duplicó. Pero el banco central no cambió su partitura. Ni pegó el grito en el cielo. La baja de tasas se reposicionó en lista de espera. ¿Y las chances de una suba de tasas? Eso es altamente improbable, dijo Jay Powell. Y, como si fuera poco, la reducción de su hoja de balance -el plan QT- procederá desde junio a ritmo más apacible. O sea, tampoco se favorece un aumento de las tasas largas, que dejaron pues de trepar y cayeron un cuarto de punto desde el mensaje.

Así se entiende la bonanza de las Utilities, y de las compañías maduras con flujos de fondos previsibles. Wall Street duda desde abril, pero sube desde que Powell le suministra tranquilizantes. ¿Qué sabe la FED que nosotros no? El informe de empleo creó menos puestos de trabajo que los esperados.

Quizás la economía se enfríe y anule así el repunte de la inflación. Sin necesidad de intervención oficial. El salto de los pedidos iniciales de subsidios de desempleo, la última semana, apuntó en la misma dirección. Las señales provenientes de la actividad de servicios, ídem.

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Wall Street duda por la inflación. Razones no le faltan.

Wall Street duda por la inflación. Razones no le faltan.

Reuters

No obstante, el pronóstico en tiempo real de la FED de Atlanta insiste con un crecimiento tórrido -+4,2%- del PBI en el trimestre actual. Para peor, la confianza del consumidor se agrietó. Su expectativa de inflación a un año trepó tres décimas en abril a 3,5%, la más alta en seis meses.

También escaló una décima, a 3,1%, la expectativa a diez años. Y así, a la visión constructiva de la FED, le brotó una alternativa escéptica capaz de mellar su credibilidad. ¿Importa la desconfianza del consumidor cuando, en los hechos, es de larga data y, sin embargo, nunca dejó de gastar con largueza? ¿Predice mejor el consumidor que Powell y sus colegas? Ni por asomo.

El problema es otro. La FED puede ser tolerante con la data, y domesticar su interpretación. Pero no puede dejar que las expectativas de inflación se desanclen (aunque sean erradas) y le arruinen su trabajo. También la FED necesita que la lectura de abril corrobore -o por lo menos, no desmienta- su optimismo.

Europa, en su merecido cuarto de hora al sol

La sufrida Europa, esta vez, la tiene más fácil. La inflación baja sin tropiezos. La economía resurge tras una módica recesión. Y si se recalentase, a diferencia de EEUU, mucho mejor.

Un Powell benigno es otro aliciente oportuno. Sacar de escena una suba de tasas largas es muy bueno para sus activos de riesgo. Quitar la presión cambiaria del dólar firme le dará más seguridades al BCE -y al Banco de Inglaterra- para ensayar su propia poda de tasas cortas en junio siguiendo los pasos señeros de Suiza en marzo y, esta semana, Suecia. Es, se diría, su merecido cuarto de hora al sol.





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