El dólar minorista se vende con un incremento de cinco pesos, a $1.305 en las pantallas del Banco Nación, y anota un nuevo máximo histórico nominal. En el mercado informal, el dólar blue se negocia con una suba de quince pesos, $1.315 y se mantiene como la variante más cara dentro del mercado cambiario. En el segmento financiero, el contado con liquidación (CCL) avanza 0,3%, a $1.304, mientras que el dólar MEP gana 0,2%, hasta los $1.297. Por su parte, el tipo de cambio mayorista se posiciona en $1.292,50.
La economía argentina enfrenta una nueva fase de volatilidad financiera tras la eliminación de las LEFI, el instrumento que hasta hace poco servía como ancla para los excedentes de pesos en los bancos. El retiro simultáneo de estas letras y una liquidación récord del agro generaron una combinación explosiva: más pesos en circulación, tasas en derrumbe y presión creciente sobre el dólar.
Consultoras como 1816 e Invecq señalaron que el Banco Central compró el stock total de LEFI —equivalente a $15,5 billones— que los bancos aún conservaban en cartera. Esta operación, realizada el 10 de julio, disparó la base monetaria de $33 a $43 billones en apenas una jornada. Aunque aún no está claro cuánto de ese dinero fue a circulación efectiva, lo concreto es que los bancos pasaron a tener una enorme cantidad de pesos que debieron reubicar en tiempo récord.
Los analistas coincidieron en que esa emisión inesperada desbordó al sistema financiero. La tasa de caución a un día cayó de 33,5% a solo 17% en tres semanas. Al mismo tiempo, la intervención del Tesoro para absorber parte de ese excedente no fue suficiente para contener la caída de tasas. A contramano de lo que se esperaba, incluso con una «lluvia de dólares» proveniente del agro, el tipo de cambio volvió a presionar al alza. En ese marco, la combinación de sobreoferta monetaria y una demanda de dólares potenciada por el fin práctico del cepo corporativo empujó al mercado hacia una dinámica inestable, en la que cualquier mal cálculo oficial puede reactivar una escalada cambiaria no deseada.
Emisión sin reemplazo: cómo impacta la eliminación de las LEFI
Según el análisis de 1816, el BCRA ejecutó una operación inédita al absorber todas las LEFI en poder de los bancos, sin haber dispuesto de un reemplazo automático de igual liquidez. Como resultado, se produjo una expansión monetaria equivalente al 30% de la base en solo un día.
El impacto inmediato fue la caída de todas las tasas de interés en pesos. Las cauciones, pases y rendimientos secundarios de las LECAP se derrumbaron. Por caso, el rendimiento de las letras más cortas bajó del 33% al 30%, mientras que el interbancario privado se desplomó del 34% al 18%. Estas tasas menores a la inflación mensual provocaron un cambio de comportamiento de los inversores y los bancos, que buscaron cobertura cambiaria.
Paralelamente, se produjo una fuerte liquidación de divisas del complejo agroexportador. En apenas nueve días, ingresaron USD 2.500 millones, lo que anualizado representa más de USD 6.000 millones. Sin embargo, esa inyección de dólares no logró frenar el avance del tipo de cambio.
La explicación que dan los analistas es clara: al dejar de operar plenamente el cepo cambiario para grandes empresas, la oferta de dólares ya no encuentra una contrapartida natural en pesos. En lugar de calmar al mercado, la entrada de divisas encontró un sistema que funciona como si no tuviera restricciones.
El BCRA interviene y el Tesoro convalida tasas más altas
Para intentar estabilizar la situación, el Gobierno lanzó una serie de medidas urgentes. Desde Invecq explicaron que el lunes 15 de julio se convocó a una licitación extraordinaria, que se realizó el miércoles siguiente. La intención fue clara: absorber la liquidez excedente que había dejado el fin de las LEFI.
El BCRA también actuó: reintrodujo los pases pasivos, con tasas del 35%, y absorbió más de $5 billones a través de diferentes herramientas. Además, vendió títulos en el mercado secundario para drenar pesos. Esta combinación logró un efecto: las tasas volvieron a niveles previos al desarme de las LEFI.
Sin embargo, nada fue gratis. En la licitación del 16 de julio, el Tesoro debió convalidar tasas más altas de lo esperado. Las LECAP más cortas se adjudicaron con una TIREA de entre 47% y 48%, con un rendimiento mensual de 3,3%, por encima de lo que pagaba el mercado secundario.
Desde 1816 alertaron que esta situación mostró señales confusas de política económica. Por un lado, se permitió una caída abrupta de tasas que alimentó el salto del dólar. Por el otro, se respondió con absorciones monetarias agresivas y tasas más altas, lo que generó interrogantes sobre los objetivos de fondo del programa financiero.
Más dólares, pero también más pesos: ¿qué escenario se viene?
Hacia adelante, los expertos de 1816 proyectan que el ingreso de dólares del agro se mantendrá al menos hasta el 22 de julio, con flujos superiores a los USD 300 millones diarios. Esta tendencia ayuda a sostener la oferta en el mercado cambiario, pero no garantiza estabilidad si no se absorbe el exceso de pesos.
El BCRA ya cuenta con nuevos instrumentos tras el canje de LEFI, entre ellos las LECAP (S15G5 y S12S5) y los BONCAP (T1705), que deberían usarse para contener la emisión. No obstante, la colocación de estos instrumentos fue limitada y no hubo señales claras de un uso más intensivo.
Invecq advirtió que el principal problema no está solo en la oferta de bonos, sino en la falta de incentivos normativos para que los bancos los demanden. Las actuales regulaciones sobre fraccionamiento crediticio y composición de activos restringen la canalización de pesos hacia esos instrumentos, lo que deja al sistema con pocas herramientas efectivas para absorber liquidez.
En este contexto, la presión inflacionaria y cambiaria sigue latente. Si bien las reservas del BCRA mejoran, el riesgo de una nueva oleada de volatilidad permanece alto si no se logra una coordinación efectiva entre el Tesoro y la autoridad monetaria.
Qué pasa con los precios: ¿hay traslado al IPC?
Uno de los puntos que más preocupa a los analistas es el eventual traslado de la suba del dólar a los precios. Hasta ahora, el tipo de cambio subió de manera significativa, pero el impacto sobre el índice de precios al consumidor (IPC) no fue inmediato.
Desde 1816 señalaron que si el dólar logra subir sin empujar al IPC, el Gobierno ganaría aire para acumular reservas sin gatillar una nueva espiral inflacionaria. Eso sería clave en medio de las negociaciones con el FMI y en el intento por estabilizar la macroeconomía.
Sin embargo, advirtieron que ese equilibrio es frágil. Si la suba del dólar comienza a trasladarse a precios, el mercado podría desanclar sus expectativas y forzar un nuevo giro en la política monetaria. Las tasas reales volverían a estar en el centro de la escena, obligando al BCRA a subir el costo del dinero.
En ese marco, el principal riesgo es la descoordinación. Los próximos días serán clave para saber si el BCRA puede manejar el exceso de liquidez con herramientas efectivas o si vuelve a enfrentar un escenario de tensión cambiaria y presiones inflacionarias.
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