La fusión de Bunge y Viterra está en marcha. Con esto, la nueva compañÃa concentrará el 40% de las exportaciones de cereales y oleaginosas de la Argentina, plantenado un desafÃo frontal a las autoridades regulatorias.
La supervisión de posibles posiciones monopólicas está a cargo de Rodrigo Luchinsky, que depende del secretario de Comercio, MatÃas Tombolini.
La estadounidense Bunge Limited anunció la firma del acuerdo definitivo para adquirir Viterra (controlada por la suiza Glencore), que se convierte asà en un nuevo monstruo del negocio cerealero.
Los accionistas de Viterra se quedarán con el 30% de la compañÃa combinada al cierre de la transacción y con el 33% tras una recompra de acciones prevista en el acuerdo.
La operación se financiará mediante un compromiso de crédito de 7000 millones de dólares proporcionado por el banco japonés Sumitomo Mitsui Banking Corporation.
No se trata de jugadores menores. Hasta ahora apenas cinco empresas concentran más del 60% de las exportaciones de granos y subproductos de la Argentina.
Bunge y Viterra ocupaban el tercer y cuarto puesto del ranking del sector, pero con la fusión quedarán a la cabeza duplicando el porcentaje de la torta de su seguidor.
En el 2022 Bunge quedó cuarta con el 10% del total de exportaciones agrarias, con 6,1 millones de toneladas detrás de ADM, Cargill y Cofco. Las tres primeras con base en Estados Unidos y la restante, en China.
Por su parte, Viterra, de capitales canadienses pero controlada por la suiza Glencore, es lÃder absoluta en las exportaciones de subproductos de soja y aceites desde que absorbió los clientes de VicentÃn, socia a la vez en la planta de molienda y biodiesel Renova.
La sede local de Viterra opera bajo la sociedad comercial Oleaginosa Moreno y procesa en las plantas que VicentÃn dejó de utilizar tras su concurso. El año pasado, acaparó el 20,7% del total de exportaciones de subproductos de soja con 27,9 millones de toneladas y el 28,9% de las ventas externas de aceites.
Con este panorama lo más probable es que la fusión provoque un escrutinio regulatorio antimonopólico. De mÃnima debe pasar por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, donde afirman no contar con una comunicación oficial al respecto. Lo que seguirá a eso es el análisis del caso para determinar los alcances sobre el mercado. Una posibilidad es que la compañÃa combinada tenga que desinvertir en algunos de los activos que tiene en la Argentina para eludir la categorÃa de monopolio.
En este sentido la lupa se posará sobre Blackrock, el fondo de inversión mas poderoso del mundo con participación decisiva en el capital de Viterra.
La historia es asi: en 2019 Glencore aumentó su participación en la sociedad Renova que manejaba con Vicentin, y pasó a controlar el 66 por ciento de las acciones. Luego, dos años mas tarde, en 2021 Glencore compró la totalidad de la sociedad Viterra, con domicilio cambiante entre Estados Unidos y Canadá, y dispuso que sea la nueva cabecera del grupo en lo que hace a sus negocios agropecuarios. ¿De dónde salió el dinero para esa operación? Se sabe que BlackRock oficia de financista de Glencore desde hace años. De hecho el fondo BlackRock tiene el 6 por ciento de las acciones de la suiza Glencore.
Parte del dinero que se pagó por esa operación que sumó 122 millones de dólares, quedó retenido en el banco suizo Rabobank, socio de BlackRock, según consta en la auditorÃa forense realizada en el marco del concurso de acreedores en la causa Vicentin.
Vale recordar cuando en 2018 dos gigantes agroquÃmicas, Bayer y Monsanto, una alemana y otra estadounidense, se fusionaron en 2018 por la presión de BlackRock, que ahora posee más de 7 por ciento de las acciones del nuevo grupo con poder de voto en la asamblea directiva.
Una de las caracterÃsticas tÃpicas de Blackrock es concretar operaciones que implican concentrar y monopolizar, según afirma el Grupo Acción sobre Erosión, TecnologÃa y Concentración, una ONG que lleva propuestas a Naciones Unidas, que además señaló que estas megafusiones buscan controlar los datos masivos (big data) sobre agricultura, concentrando cada vez más su poder. Y que los desprendimiento de activos a los que las obligan los reguladores antimonopolios son jueguito para la tribuna. «No existen condiciones bajo las cuales esas megafusiones sean buenas para agricultores, campesinos ni la seguridad alimentaria mundial», afirmaron desde esa ONG.
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