La de Nicolás Posse fue la renuncia más anticipada de la historia: el propio Javier Milei había dejado entrever con claridad en una entrevista televisiva que habría cambios importantes en su gabinete, como forma de corregir problemas de funcionamiento en el gobierno. Todos miraron a Posse, que en el acto del 25 de Mayo recibió un trato frío en comparación con los elogios concedidos a otros ministros.
Pero, a pesar de esperada, la noticia resultó sorpresiva, por el modo y el momento en que ocurrió: justo antes de que Milei se subiera a un avión para emprender otro viaje a Estados Unidos, y en una semana que resultará decisiva para la suerte de la Ley Bases. De hecho, Milei había dado a entender que los nombramientos recién iban a realizarse una vez que ese proyecto de ley estuviera aprobado por el Congreso.
Tal vez ahí resida una explicación posible para la aceleración en la salida de Posse, que hace pocos días había debutado en su función de dar informes oficiales ante el Congreso. De perfil bajo, Posse nunca había hablado con los medios, motivo por el cual ya se había ganado el apodo de «El Mudo» y de hecho en los programas periodísticos de TV se bromeó ampliamente respecto de que recién se la había conocido la voz en su primera comparecencia ante los senadores.
Lo cierto es que el rol de un jefe de gabinete es, precisamente, el de aceitar relaciones con los otros poderes del Estado, así como con los gobernadores provinciales y con la oposición. Todas funciones que, tratándose de un gobierno en absoluta minoría parlamentaria, se hacen todavía más necesarias para asegurar un margen de gobernabilidad. Y ahí resulta visible la primera crítica interna a Posse.
La situación al día de hoy es que la ley Bases y el paquete fiscal -que ya de por sí sufrieron una «licuación» respecto de la ambiciosa ley ómnibus que naufragó en febrero- no tienen en absoluto garantizada su suerte. La media sanción obtenida en Diputados no alcanzó como para que el oficialismo lograra avanzar en el Senado, y a esta altura el gobierno ya dio señales de que se conformará con un nuevo recorte en el alcance de su paquete legislativo con tal de tener algo aprobado, dado que no se disipó el riesgo de que el Senado directamente rechace el proyecto sin firmar un dictamen alternativo.
«Volumen político» para activar el Congreso
En la tarea de negociación con las otras fuerzas políticas -y, sobre todo, con los gobernadores provinciales- participaron Posse y quien a partir de ahora será su sucesor, Guillermo Francos. La distinta suerte que tuvieron ambos deja a las claras cuál fue el reparto de culpas y de agradecimientos de Milei: ahora queda en claro que atribuye a Posse las dificultades y lentitud de los proyectos en el Congreso, mientras que ve en Francos una persona capaz de destrabar negociaciones complejas.
Nicolás Posse había hecho su debut en los informes ante el Congreso pocos días antes de su renuncia a la jefatura de gabinete
«Francos aportará su profesionalismo, experiencia y capacidad política a la Jefatura de Gabinete luego de ejercer exitosamente el cargo de Ministro del Interior, habiendo sido uno de los artífices de la gesto que llevó a Javier Milei a la presidencia, y siendo reconocido por todas las fuerzas políticas por su capacidad de gestión y consenso», afirma el comunicado oficial, que además justifica el recambio de nombres en la necesidad de «brindar mayor volumen político a la Jefatura de Gabinete».
La lectura de las entrelíneas es bastante clara: una admisión tácita de que hoy se padece la ausencia de gestión y de llegada a las otras fuerzas políticas como para generar consensos. En definitiva, un reconocimiento sobre la falta «volumen político».
El lenguaje utilizado tiene reminiscencias de las crisis políticas en la gestión de Alberto Fernández, como en la salida de Santiago Cafiero, muy criticado en la interna, para dar entrada a Juan Manzur, cuya mayor virtud, según se comentaba entonces en el peronismo, era la de poseer «músculo político».
Ahora, como en las anteriores ocasiones, el test que dirá si ese mayor «volumen» apareció con el nuevo funcionario será la consecución de logros en la agenda reformista. Queda en claro que se le endilgará a Posse las faltas por la dificultad del oficialismo en el Congreso, pero a partir de ahora se abrió la expectativa de un cambio de estilo, con un Francos «empoderado».
Crisis en el Gabinete: el peronismo huele debilidad
Por cierto que los estilos personales son bien diferentes. En contraste con el bajo perfil de su antecesor, Francos habla asiduamente con la prensa y ha viajado repetidas veces a las provincias para entrevistarse con gobernadores peronistas en el peor momento de las tensiones por el reparto de fondos fiscales.
Es claro lo que Milei espera de él. En lo inmediato, que haya una aprobación de la Ley Bases y la ley fiscal en el Congreso. Aun en una versión devaluada de estas reformas, Milei necesita dar un mensaje político de que logró instrumentos para gobernar. El propio presidente atribuyó a esa falta de apoyo legislativo la volatilidad del dólar paralelo la semana pasada.
Pero, además, Milei necesita el nuevo paquete fiscal para asegurarse el sostenimiento del superávit -dado que ya no se podrá prolongar el efecto de la licuación inflacionaria del gasto público, y se deberá contar con mayores fuentes de ingreso fiscal-.
Francos, con gobernadores provinciales del norte: el presidente le asignó la tarea de destrabar la ley Bases en el Congreso
En el acto del 25 de Mayo, el presidente prometió la eliminación de tributos distorsivos, principalmente el impuesto PAIS y las retenciones a la exportación agrícola. Pero se trata de impuestos que, en conjunto, aportan el 10% del dinero que entra la caja de la AFIP. De manera que, sin la entrada en vigencia del impuesto a los altos ingresos -es decir, el reformado impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría-, esa promesa del presidente no será factible, porque no habrá forma de compensar la pérdida de ingresos.
Será en Francos sobre quien recaerá ahora la responsabilidad de asegurarse ese voto. Y, si bien es cierto que el flamante jefe de gabinete tiene buen diálogo con todo el espectro político, su tarea no resultará fácil. A la poca disposición que ya venía mostrando el peronismo para dar sus votos, se le agrega ahora una motivación política extra: hoy un inocultable aroma a debilidad política después de esta primera crisis de gabinete, y no pocos en el peronismo estarán tentados de atacar al «oler la sangre».
Acercamiento de Macri
En ese marco, no hay que descartar que Mauricio Macri vea la posibilidad de ofrecer su dosis de gobernabilidad, como ya había ocurrido a las pocas semanas de iniciada la gestión Milei, cuando se hablaba sobre el ingreso de ex funcionarios macristas al gabinete.
Resultó sintomático que, pocos minutos antes de conocerse la salida de Posse, Macri escribiera un tuit en el que hace una encendida defensa del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), precisamente uno de los puntos más atacados por la oposición en la Ley Bases.
«Algunos dicen que el régimen es demasiado generoso. No los entiendo. Lo digo a la luz de todos los incumplimientos que hemos tenido en el pasado ¿Quién puede decir que algo es mucho? La Argentina ya rompió demasiadas reglas e incumplió demasiadas promesas. Los inversores necesitan garantías de que eso no va a volver a pasar y nosotros, con nuestra historia, no estamos en una posición de exigir», escribió Macri, en un párrafo que pareció más dirigido a los propios que a los opositores.
Más sugestivo aun, termina su mensaje con una advertencia para quienes resultaron electos por las listas de su partido: «Nadie del PRO con experiencia en la función pública puede estar en contra de esto, que además puede generar decenas de miles de puestos de trabajo. Sé que la situación todavía es difícil y que algunas de estos temas son complejos. Pero necesitamos avanzar. Tenemos un potencial enorme y una gran oportunidad. No la desperdiciemos».
Una de las últimas misiones: Posse, con la canciller Mondino, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen y el embajador Marc Stanley
Agenda internacional con deudas
Pero no sólo fue en el plano doméstico que Posse tomó a su cargo misiones que no dieron el resultado esperado. El jefe de gabinete había participado en Washington de reuniones con la cúpula del Fondo Monetario Internacional y con el gobierno estadounidense.
La más reciente fue la de hace dos semanas en Washington, junto a la canciller Diana Mondino: se reunieron con tres funcionarios de alto nivel en la administración Biden, como la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, el secretario de Estado, Antony Blinken y el asesor para temas de América latina, Jake Sullivan. También se vieron con Jay Shambaugh, subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales, con fuerte influencia sobre las decisiones del FMI.
Si bien hubo sintonía en el capítulo geopolítico, dada la política de irrestricto alineamiento que decidió Milei, lo cierto es que Posse no logró señales concretas en los temas que hoy aparecen como urgencias para Argentina, como un alivio en los cargos sobre intereses por la deuda con el Fondo, y una eventual ayuda financiera con dólares frescos.
Rispideces con el «círculo rojo»
En definitiva, no resultará sencilla la nueva tarea de Francos, sobre quien Milei dio a entender con claridad que espera ver los resultados concretos que Posse no le dio.
El funcionario saliente -que, según el comunicado oficial, seguirá vinculado al gobierno con un nuevo rol- era considerado uno de los principales nexos de Milei con el empresariado -lo que en la jerga política se denomina «círculo rojo»-. De hecho, el vínculo entre ambos nació como compañeros de trabajo en el conglomerado empresarial de Eduardo Eurnekian.
Y, precisamente, el veterano líder de la Corporación America causó sorpresa cuando le recomendó al presidente -su ex empleado- «que se ponga las bolas y dirija el país». La llamativa frase salió a colación cuando un periodista le recordó que Milei le había pedido a un foro de empresarios «pónganse las bolas e inviertan». A lo que Eurnekian respondió: «Si me pide a mí que invierta, decile que yo digo que ponga las bolas».
Acaso la sustitución de Posse haya sido una forma de Milei de responder a ese reclamo.
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